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Por todos es sabido que los médicos y expertos recomiendan dormir entre 8 y 9 horas al día para poder estar en plenas facultades mentales y físicas al día siguiente y evitar trastornos como el estrés que pueden producirse por la falta de sueño, ¿pero qué pasa con los efectos que esta falta provoca en nuestra piel?
Pues sí, nuestra piel también necesita sus horas de descanso, y la falta de sueño puede afectar muy negativamente a su apariencia y acelerar su envejecimiento.
Durante el sueño, la piel se regenera aprovechando el descanso concedido a la función de barrera que realiza durante el día protegiéndonos del sol, el viento, la contaminación, y otros agentes externos que pueden dañar nuestra superficie cutánea.
Mientras dormimos, la piel transpira sin que el agua se evapore tan rápidamente como durante el día, esto contribuye a su hidratación. Además, las células se regeneran mucho más rápido que durante el día, y la producción de colágeno y elastano aumenta, aumentando así la elasticidad y firmeza de nuestra piel.
También aumenta la micro-circulación, las células cutáneas reciben más oxígeno y nutrientes, lo que les permite funcionar muchísimo mejor. Gracias a esta actividad el tono de nuestra piel mejora.
Por todas estas razones, y para evitar consecuencias negativas como la pérdida de colágeno o la deshidratación, es importante favorecer un sueño profundo y de una duración de mínimo 8 horas.
Si además quieres aportar una ayuda extra a tu piel para su recuperación, siempre puedes contar con la ayuda de las cremas hidratantes regeneradoras de Q77+. Durante la noche la piel está más receptiva y tiene más facilidad para absorber los nutrientes que necesita para estar radiante día tras día.